“El modelo del educador es Jesús”
En un mundo secularizado, el enfrentamiento de las ideas no basta. El testimonio de la caridad abre las puertas que la mente por sí sola no puede abrir. Así, el Papa, desde su propio ministerio dice la verdad y la realiza a través de la caridad.
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Recientemente se llevó a cabo el VI Congreso Nacional de Educación Católica, organizado por la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Este encuentro contó con la presencia del Cardenal Giuseppe Versaldi (1943) Prefecto de la Congregación para la Educación Católica. El ilustre invitado fue creado Cardenal en 2012 por el Papa Francisco y en 2015 le fue encomendada esta tarea pastoral. Durante su estancia en Santiago, el cardenal conversó con HUMANITAS sobre las preocupaciones y prioridades del Santo Padre en materia de educación.
-Si bien la esencia de las enseñanzas de la Iglesia en temas como los que están bajo su responsabilidad en gran medida se mantienen, es natural pensar que también varían en los distintos momentos de la historia. ¿Cuáles son en este momento las prioridades del Papa Francisco en términos de educación? ¿Qué es lo que hoy más preocupa?
-Las líneas principales del Papa Francisco con respecto a educación están muy presentes en la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (2013) donde nos invita a una conversión misionera; nos llama a ser una Iglesia misionera cuyo anuncio va al corazón del Evangelio. Y así, mientras anuncia el corazón del Evangelio, se purifica a sí misma, renueva sus estructuras y ofrece al mundo la imagen más auténtica del mensaje cristiano, la de Dios como amor misericordioso. Por esto pide una Iglesia con las puertas abiertas, una Iglesia que va hacia la gente, que no espera al pueblo, sino que acompaña a la gente, cura las heridas y da esperanza para cambiar el mundo de las injusticias y las exclusiones, y hacer realmente un mundo según el proyecto de Dios.
Estas ideas son, en resumen, las líneas del Papa Francisco y esto se aplica muy en primer lugar a las instituciones formativas y educativas de la Iglesia. El Papa desea que nuestras escuelas y universidades sean este lugar de acogida y de diálogo; especialmente el diálogo entre fe y razón, pero que este no sea un diálogo de ideas solamente, sino uno sobre los actos de misericordia, de manera que el mensaje de la verdad se haga creíble por el testimonio de la caridad. En un mundo secularizado, el enfrentamiento de las ideas no basta. El testimonio de la caridad abre las puertas que la mente por sí sola no puede abrir. Así, el Papa, desde su propio ministerio dice la verdad y la realiza a través de la caridad. Por lo anterior, nos anima a que las universidades sean un ejemplo; deben ser excelentes tanto en el nivel de enseñanza como en la búsqueda de la verdad, pero también deben ser una comunidad en la cual se da el testimonio de la caridad en su interior como también hacia el exterior. Yo he visto aquí en esta universidad, a través de las acciones de la Pastoral universitaria, exactamente este al respiro interno y externo de la misión de la Iglesia, que es ser testimonios del amor de Dios según la verdad para crear y cambiar este mundo.
-Cuando hablamos de educación, pensamos en primer lugar en la educación institucional, en colegios, escuelas y universidades, pero antes de eso está la familia. Son grandes desafíos los que enfrentan los padres, ¿Qué le pide el Papa a los padres en este terreno? ¿Cómo los involucra en la educación de sus hijos?
-Los padres son los principales responsables de la educación de sus hijos. La Iglesia y el Estado son una ayuda, pero la responsabilidad es de los padres. Y por lo tanto el Estado y la Iglesia les deben ofrecer cierta libertad para decidir cómo educar a sus hijos. Ellos por sí solo no pueden darle todo a sus hijos, por lo que la escuela o la universidad deben ayudarles, pero siempre permaneciendo vinculados y en conjunto con los padres, sobre todo cuando el hijo es un menor de edad, pero sin descuidarlo incluso cuando se convierte en adulto y es más responsable de sí mismo. Pero cuando sea necesario, los padres deben hacer sentir sus voces frente al Estado en defensa de sus derechos. Por eso es importante tener una comunidad, sobre todo de padres y familias cristianas activas y colaboradoras con las instituciones y no delegar todo a la escuela.
La voz de la Iglesia también está presente en sus instituciones. Ella ofrece una perspectiva democrática importante. Porque un Estado que tiende a imponer una sola forma de educar no es un Estado democrático. La propuesta educativa de la Iglesia es una señal de democracia, porque sin el pluralismo no hay democracia. Ahora, el Estado que le dice a la Iglesia “tú debes educar de esta manera” es un Estado no democrático. Entonces, puede que esté defendida la parte de la Iglesia que consiste en la jerarquía y los documentos, pero sobre todo la Iglesia también está en la familia cristiana y en los padres que son los titulares del derecho educativo. Yo, como padre, quiero elegir algo distinto al Estado, y ¿por qué no puedo? Si me quitan la escuela católica o no permiten que sobreviva por razones económicas, pero si proporciona una ayuda económica para que sobrevivan los otros medios de educación, finalmente hay un sólo modo de educar, el estatal. Y eso es una dictadura.
-Con respecto a la educación en la fe, hoy hay mucha confusión, tanto en la familia como en la escuela. Hay buenas intenciones pero a menudo carentes del sentido trascendente de la fe. Vemos que hay un vacío en el contenido doctrinal, como también en la enseñanza en la piedad, que a menudo se confunde con buenos sentimientos.
-Sí. Hay que distinguir. Aquí hablamos de caridad y no de filantropía. Para el creyente, la caridad tiene un fundamento que viene de la fuente de lo que Dios ha planteado. Esta mañana he estado en la facultad de Teología de esta universidad y he encontrado que está geográficamente al centro del campus, pero eso no basta. Debe ser capaz de animar a las demás facultades, al resto de las ciencias, ofreciéndoles una contribución interdisciplinaria en su búsqueda, de modo que ella les enseñe el nivel doctrinal de la verdad abstracta para que estén siempre abiertas a lo trascendente; de modo que no permanezcan sin respuesta a la pregunta más importante y la que primero se pregunta el corazón humano: ¿cuál es mi fin? La teología, tiene como fundamento el estudio de la revelación, y de ahí que tiene las respuestas que las otras ciencias no tienen, pero es necesario que esto sea un diálogo y no que cada uno se vaya por su propio camino y que al final se desencuentren. En el problema de la interdisciplinariedad es fundamental el rol importante de la Teología; las ciencias sacras, que son ciencias aunque con un método de investigación distinto, son complementarias e integrables al resto de las ciencias. Eso lleva a evitar que sean ciencias sin alma y nos previene de la deshumanización de la ciencia.
-En este ambiente secularizado en que vivimos, tan tolerante en muchas materias, no lo es tanto con respecto a materias religiosas y menos aún cristianas. ¿Dónde está el límite de nuestra tolerancia, en escuchar, comprender, acoger, pero a la vez poner por delante nuestras creencias?
-El modelo del educador es Jesús. Él era la verdad, pero no se impuso como la verdad, sino que la ofreció como una propuesta a la libertad de las personas. La verdad era clara, y si el experimentó el respeto a su mensaje también experimentó el rechazo. Un rechazo hasta el fondo. Pero ¡cómo ha convencido Él después al nacer el cristianismo! A través de su gesto de amor supremo, cuando dio su vida por nosotros en la cruz. “Cuando sea alzado en la cruz atraeré todo a Mí”. Con sólo las palabras o sólo los milagros no le habría sido posible conquistar. Fue solo al momento de su muerte cuando los soldados y el centurión se dieron cuenta que Él realmente era el hijo de Dios. Entonces las dos cosas, la palabra y el ejemplo, que unidas son el gesto de amor.
-Usted nos dice que esta responsabilidad recae sobre los padres, pero hoy en día, nos encontramos que muchos niños provienen de familias disfuncionales, cuyos padres no tienen las herramientas para proporcionarles una educación cristiana y menos aún su permanencia en la fe. ¿Cómo enfrenta el Papa esta situación cada vez más común en la sociedad moderna?
-El Papa habla de esta ruptura de transmisión generacional, no sólo de la fe sino que también de los otros valores. Él quiere una alianza educativa en que la escuela católica no se remita solamente a educar a los hijos sino también a los padres, involucrándolos en un proceso respetuoso de ayuda para recuperarles la voluntad en sus creencias. Con los hijos en la escuela se activan los padres y entonces puede ser un poderoso instrumento de nueva evangelización para la familia. Pero como escribe el Papa en la Amoris laetitiae, después del sínodo de la familia 2016, la familia es la institución más atacada, la más criticada, por lo tanto cada día más débil y las consecuencias de esto las vemos hoy en de la falta de valores y el individualismo en sus hijos. La Iglesia ve la urgencia de esforzarse por educar también a los padres.